LETRAS
Cinco minutos y la juguetería
Todos los días, cuando el despertador me grita:
¡arriba carne de escritorio, toma tu portafolios!,
te esperan, la oficina, el tren, los colectivos,
las ocho horas diarias, el jefe, con sus iras.
Todos los días paso por la vidriera que me atrae,
que me atrapa, de una juguetería
y los cinco minutos que tarda el colectivo, vivo, toda una vida.
Un caballo de cartón galopa una ilusión por toda la vidriera
y un oso gordinflón pintado de marrón, ojos de lentejuelas,
a una princesa azul, con vestido de tul, gracioso se le acerca,
para bailar el vals que toca en su acordeón un viejito de cera.
Se acerca el batallón de plomo y el tambor marca su rataplam,
parecen de verdad, quien sabe a donde van, que guerra los espera.
Aldeanas de papel se asoman al balcón de alguna casa vieja,
pañuelos de color le van diciendo adiós, con lágrimas de temperas.
Pero hay un niño dios dormido en su jergón con las palmas abiertas
y todo el batallón, se queda en su lugar, ya no marcha a la guerra
y de felicidad, un mono de peluche hace sus piruetas
y bailando un minué, le va pisando el pie a una marioneta.
Sentado en su rincón, bonete de color con su boca grotesca,
hace a todos reír, entrega el corazón en cada voltereta,
un payaso de amor, un loco, un soñador, un sentido poeta,
que da felicidad y se sienta a llorar, sus lágrimas de pena.
El tiempo ya pasó, yo no soy un juguete, no me puedo quedar.
Al diablo la oficina, el tren, los colectivos, las ocho horas largas,
el jefe con sus iras, si tengo el corazón del oso de cartón,
quiero bailar un vals y ponerme un bonete,
no marchar a la guerra y ver de cerca a Dios,
dormido en su jergón, con las palmas abiertas
y después de cantar, de reir, de bailar, de saltar,
de pasar por bufón, de dar el corazón,
por que soy un poeta, un loco, un soñador,
hacer como el payaso, llorar mis penas, solo, sentado en un rincón.
Romance de la niña negra
Toda vestida de blanco
almidonada y compuesta,
en la puerta de su casa
estaba la niña negra.
Un erguido moño blanco
decoraba su cabeza;
collares de cuentas rojas
al cuello le daban vueltas.
Las otras niñas del barrio
jugaban en la vereda;
las otras niñas del barrio
nunca jugaban con ella.
Toda vestida de blanco,
almidonada y compuesta,
en un silencio sin lágrimas,
lloraba la niña negra.
Toda vestida de blanco,
almidonada y compuesta,
en un féretro de pino
reposa la niña negra.
A la presencia de Dios
un ángel blanco la lleva;
la niña negra no sabe
si ha de estar triste o contenta.
Dios la mira dulcemente,
le acaricia la cabeza
y un par de alas blancas
a sus espaldas sujeta.
Los dientes de mazamorra
brillan en la niña negra.
Dios llama a todos los ángeles
y diles: «jueguen con ella».
Azul de adentro
Fue…sin darme cuenta, yo era tan azul de adentro
y andaba siempre de risa y niño
con un clavel en las mejillas y una flor del aire en los sueños.
De pantalón cortos la alegría y pantalones largos en los gestos,
tenía el mundo en el patio, y yo, su dueño, era, rey o mendigo, si quería.
Le hablaba a las flores y ahora pienso,
que porque era azul de adentro, me entendían.
Y de pronto apareció, se me llenaron de asombro las pupilas,
la soñaba por las noches, la sentía en los brazos,
la presentía en caricias, y cuando por fin la tuve,
dijo cosas, tantas cosas, que porque era azul de adentro, yo entendía.
Y se me ha vuelto amante la guitarra
ya no tengo más rumbo que su rumbo en la vida.
Hoy, que el mundo del hombre no cabe en un patio,
y no existe ese rey feudal de fantasías,
por su amor, por su amor sigo hablándole a las flores que encuentro,
y hasta a veces, hasta a veces me brota la misma alegría.
Y con ropa de hombre voy, de risa y niño,
porque a mí, a mí me sobra mucho azul adentro
para pintarle esperanzas a la vida.
CUENTO DE UNA PRIMAVERA
Una primavera más, mira el jardín qué lindo está
si parece que hasta el sol, se adormeció sobre el retamal
con vivo color manchó al malvón, la sangre del rosal.
Una primavera más, hecha de azul para soñar,
mira trepar el jazmín como la vida tras el ventanal,
deja de tejer y como ayer, vamos a cantar
vamos a cantar.(estribillo)
(Recitado) Perdoname, no quise hacerte llorar, pero
pero es que hoy hay tanta luz, y ha venido la vida a golpear el ventanal
que cerrando los ojos, te vi como ayer: la carita risueña, el blanco delantal
porque para mí…eh..para mí seguís siendo la misma muchachita de ayer,
la que esperaba tras las rejas, las manos impacientes,
los ojos anhelantes, con el mejor vestido.
¿Te acordás?, la que soñaba conmigo y al oír mis poemas se ponía a llorar.
Claro, hoy solo soy un poeta de cuentos, de locas fantasías.
Porque de golpe la vida nos llenó de hijos, de nietos que corren
por la casa haciendo travesuras en su loca algarabía,
que buscan el amparo de tus faldas, porque para ellos
no hay quien los defienda mejor que su abuela.
Yo los entiendo, ¿sabés?, yo los entiendo,
son de primavera…y quieren jugar.
(Estribillo)
Seguí tejiendo, tejeles una primavera eterna
para cuando les llegue nuestro invierno, se puedan cobijar.
Una primavera más
Una primavera más
Una primavera más
Una primavera más…
CINTAS AMARILLAS
Laura era tan suave, como una llovizna de setiembre.
Laura era tan frágil como un beso en la frente,
llevaba dos rubores carmín en la mejillas,
tenía mariposas de luz en la pupilas por que eran ojos nuevos,
sus ojos en la vida…
Laura, Laura, Laura..
Recogía la brisa y en su voz la devolvía.
Era como el rocío la frescura de su risa,
temblando sobre el pétalo de su boca, flor de almíbar,
delantalito pobre, remendado de alegría, crujiendo de almidón,
un jazmín parecía…
Laura, Laura, Laura…
Su carterita rota que fue marrón un día.
Sus trenzas que se ataba con cintas amarillas.
Yo la esperaba siempre, de lejos sonreía,
le daba mi manzana, que hombre me sentía, ella me daba un beso
y sin mirar corría…
Laura, Laura, Laura…
RECITADO
¡Y cómo se enojaba cuando yo le desataba las cintas amarillas!.
-¿ves?, para que no corras, si yo siempre te alcanzo- y seguía caminando
a su lado sin decir palabra, pateando pedregullos, mirándola de reojo con
mi gesto de orgullo, pero ella no me hablaba y cantaba muy bajito, ¡tan
bajito!, que acariciaba con su aliento, las flores de papel, que a un lado
del camino, bailaban con su acento. Entonces si que me sentía solo, ¡tan
solo! Y quería romper con la pedrada de mi grito, el espejo de su magia,
pero, no podía, su pequeña voz, dolía más que mi alarido en el silencio,
entonces le decía,- perdón Laura- y le llevaba la cartera hasta el
colegio… Ahora sé que la he querido tanto, tanto, tanto, pero, cómo
alcanzarla, si siempre estuve tan lejos?.
CANTADO
Laura era tan suave como una llovizna de setiembre.
Laura era tan frágil como un beso en la frente.
Laura era el amor, ese amor que todos tienen.
Laura era el amor, Laura era el amor , el primer amor que nunca vuelve…
Ella y las flores
Tenía un miedo y una aurora en la mirada
tenía los ojos mansos, como si fueran de agua
de esa agua pura, de esa agua clara
que lleva el arroyo y se le ve el fondo.
A ella en los ojos, se le veía el alma.
… Y claro, cuando alguien le hablaba más de una palabra
bajaba la cabeza, nunca contestaba y se sonreía
y contaba baldosas con la punta rota de sus zapatillas
y el duende travieso de aquella vergüenza
pintaba su cara de niña con el encarnado color sus rosas.
Cómo me hubiera gustado irme con ella ¡eh!
Ofreciendo flores por las mesas
aunque algunos pagasen con unas monedas
el tener derecho a la indiferencia.
Vamos, vamos ofreciendo flores
por todas las mesas
Violetas, violetas
para las coquetas
que viven la vida
de una eterna fiesta
cambiando vestidos
como las muñecas
traigo en mi bandeja
la suave fragancia
que tan poco cuesta
de un humilde ramo
de estas mis pequeñas
y simples violetas.
Rosas, primorosas
para las hermosas
que viven la vida
fugaz y mentida
de las mariposas
y que ser bonitas
solo les importa
luego caen vencidas
con las alas rotas.
Son duras y frías
como las espinas
que tienen mis rosas.
Claveles, claveles
para los ojales
de aquellos señores
con el porte grave
que tanto les gusta
les llamen doctores
y que son felices
cuando sobresalen.
Traigo yo estos blancos
y grandes claveles
que se notan tanto
del negro del traje.
Traigo, no me olvides
para el que los pide
para los que se aman
para los que ríen
que no les importa
más que ser felices
son para guardarlos
dentro de algún libro
cuando se marchiten
y al abrirlo un día
pensar yo la quise.
Traigo, no me olvides
traigo para todos
lasflores, que quieran
lasflores humildes
la flor de opulencia
la flor que destaca
la flor que recuerda
y traigo estas pobres flores
pobres flores de mi infancia
que a nadie le importan
que tan poco cuestan
pues tienen el precio
de la indiferencia.
La ra ra la Violetas,
la ra claveles,
la ra ra ra no me olvides
LA CASA
La casa, tiene paredes en carne viva
y el oscuro y cuadrado asombro de una ventana
por donde nadie asoma a mirar la vida en las mañanas.
Donde nadie atrapa la luna en esas noches,
cuando contando estrellas, nos moja el alba.
La casa, tiene un rosal despeinado
sobre la cansada frente de su fachada,
donde la primavera, de vez en cuando,
clava la alegría de un pájaro y
por una rosa roja se desangra entonces
mi vieja casa,
mi vieja casa que va muriendo de espaldas, poco a poco,
exhalando por la boca de su aljibe los últimos suspiros,
de grillos, de chicharras,
levantando en el brazo cansado de un árbol, tibiezas de nidos;
y cuando el otoño le deshoja la ternura,
de su crispada palma,
arroja caricias de hojas secas que el tiempo se lleva,
y llora, llora recuerdos, llora vientos,
vencida la casa.
Ya no soy un niño como entonces
para devolverle la alegría aquella con mi infancia,
¿dónde encontrar una abuela
que con su madeja de sueños teja cuentos
¿y una madre que cante?
ya no volverá a apretar amores en la reja mi hermana.
Hoy, que la vida me ha metalizado los bolsillos
puedo comprar la casa, pero no la casa.
La Rosa
La Rosa, hace de la casa, todas las cosas,
canta si cocina, si barre, si plancha, si zurce la ropa.
Tristones, sus ojitos tiernos, sueltan lagrimones
si en su humilde pieza, de cuatro ilusiones,
lee por las siestas, viejos novelones.
La Rosa, escribe una carta, la letra de imprenta, mano temblorosa,
mamá sin acento, que la espera ansiosa,
y esa dulce agüita, de su simple almita,
dejará la letra, un poco borrosa
(Recitado) La Rosa, sale los domingos con su cara redonda y su gastado abrigo y con plata de sueños en cada vidriera se compra un vestido. Ay la Rosa, la Rosa, suspira y suspira un amor que no existe, y con sueños remienda sus pobres cosas. Tiene…quince años…y las manos rojas, de pileta y trapo, pero, ¿qué le importa?. Sale los domingos con su cara redonda y su gastado abrigo y con mariposas enhebra collares mientras, allá lejos, lejos, en el sitio que ella siempre encuentra detrás de una lágrima, detrás de su letra de imprenta borrosa, alguna vecina de voz temblorosa, le leerá a su madre, la carta sencilla, que escribió la Rosa.
(Estribillo) La Rosa, escribe una carta, la letra de imprenta, mano temblorosa,
mamá sin acento, que la espera ansiosa, y esa dulce agüita,
de su simple almita, dejará la letra, un poco borrosa.
BENDITA LA RAZA NEGRA
Son dos mariposas negras
las manos de aquel moreno,
que han surgido de la sombra
para libar en el cuero.
Dobla y redobla la lonja
oscuro ritmo del tiempo.
En la alegría del parche,
Llora el alma de los negros
Negros, negros, negros..
Con un latido de selva
bajo el latigo negrero.
Con un misterio de jungla
tejido por echiceros.
Con el bramar de los vientos
en jigantes y meneos.
Late y late la tambora
sufre y jadea el batero.
En los ojos se le encienden
las bengalas de su fuego
que van cayendo de a poco
en el carbón de sus dedos.
Macumba parecen decir los cueros
Macumba te quiero te quiero…
La mulata piel canela en el caracol del pelo
junta estrellitas de vidrio y lágrimas de lucero.
La sombra salió a vestirla.Le puso su piel de cielo
Y le hizo ajorcas y anillos y collares y amuletos.
Y esa sonrisa nevada que luce en sus labios negros.
En los ojos mamá nochele puso de su joyero
dos blancas porcelanitascon oscuros arabescos.
Van y vienen sus caderasen oleajes de mareo,
movimiento de culebras,brasa quemante del sexo
en cadencias milenariasdonde se acunan los besos.
La luna brilla y rebrillaen el metal de su cuerpo
y los dedos que redoblan son diez puñales hiriendo
los poros de aquella hembra de esa afrodita de ebano.
Hay un miedo de maniguas en ese ritual tremendo.
Macumba parecen decir los cueros
Mira ese sol de mostaza en las marismas hirviendo.
Mira la furia que rompe a las palmeras el viento.
Oye los bravos rugidos de las fieras en su celo.
Todo está en esas caderas y en el batuque del negro.
Bendita la raza negra.